Por Hugo el búho
Fotografía: wikipedia.org
Según fuentes bien informadas y acudiendo a la historia reciente, el vicepresidente en funciones siempre está calentando para cuando le toque el turno. Otto Solen… soleng…. Bueno, el Otto, hombre de buena cuna, de cama con rejas hasta los 14 años y de roce social socialcristiano desde que tuvo acné, está esperando con ansias el sillón presidencial.
¿O pensaban que el Nebot se iba a quedar quieto en su mansión de jubilado? No. Ese siempre ha manejado los hilos del poder. No ha podido ser presidente todavía –y dios quiera, nunca-, pero pone a su gente cercana en los cargos más importantes para seguir teniendo influencia. El Jaime puede ser cualquier cosa menos tonto. Su mentor, el ingeniero mecánico y amante de las pistolas lo entrenó como a hijo, y éste aprendió todas las mañas. Todas. A pesar de pertenecer a la más rancia derecha ecuatoriana no tiene problema en posar con los pobres, volverse revolucionario, feminista y proclamarse con mayúsculas como progresista.
Gil no es.
Desde que ganó Moreno le puso el ojo y no pasó mucho tiempo para imponerle un vicepresidente. Sabía que el Boltaire era limitado y no duraba mucho, así que se sentó con sus amigos oligarcas de guayabera fina a esperar. Las conversaciones entre oligarcas suelen ser de lo más amplias, pero lo que nunca falta son los chistes contra los pobres, los negros, los indios y los informales. Todos saben que en sus cenas con la élite empresarial él es el centro, y que se burlan del pobre de Boltaire hasta que les duele el estómago.
Es un sabido el man.
Y como sabido de sangre azul, ya entrenó al Otto y le dio su bendición: “Otto, del viernes no pasa el cuántico, así que desde hoy ensaya tu discurso de posesión, cómo sonreír ante las cámaras y ponle énfasis en que el país va a cambiar, que vas a dialogar con todos los sectores, especialmente con el pueblo indígena, así dile, pueblo indígena, compañeros autóctonos, sangre de mi sangre. Cualquier cosa me llamas, yo te atiendo las 24 horas del día. Ya sabes”.
Es lo que se dice un máster en hijueputez.
Y como buen hijueputez ya amarró todo hace rato: ya seleccionó ministros, subsecretarios, jueces, fiscales, contralores, deudores, acreedores, lamebigotes, etc., etc., etc.
No Otto. Esta vez no se va a poder. Te vas a ir con tu remedo de presidente a donde tu verdadero jefe te llame. El “fuera Lenín, fuera” también es con vos. Por más que hayas calentado durante meses y te hayas probado en secreto la banda presidencial, la fuerza con que irrumpió el pueblo para decirles ¡basta! es devastadora y te alcanzará a vos y a cualquier oportunista, venga de la Asamblea, del ático o del banco de guayaquil.
¡Lárgate Otto!
Eres lo mismo que el Boltaire pero con pedigrí. Y más peligroso. Porque vos eres hijo directo del Nebot. Y la sangre llama y los rugidos también.
Así que los gritos y consignas te alcanzan de lleno: ¡Fuera Lenín, fuera! ¡Fuera Otto, fuera! ¡Fuera el uno y fuera el Otto!
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