EL MPD y la pedagogía del miedo

El proyecto de universidad del MPD se asienta sobre la pedagogía del miedo. Querer recurrir a los atavíos que mantuvieron a la Central como apéndice de su partido, es no reconocer que perdieron la brújula que impulsó su lucha inicial.

Cuando intentamos hacer reminiscencia de la izquierda en Ecuador debemos pensar en hitos fundamentales que permitan a las nuevas generaciones conocer la historia de las raíces que no se nos permite ver o que aparecen veladas por los discursos del poder.  La década de 1920, es importante, en términos inaugurales,  pues el pensamiento de la izquierda se va profundizando con el aparecimiento del Partido Socialista Ecuatoriano (PSE), cuya base social estaba integrada por una exigua clase obrera fabril, dicho de otro modo, integrada por una sociedad mayoritaria de artesanos, gasfiteros, lavanderas, comerciantes, cacahueros, etc., que posteriormente va dar un salto debido al desarrollo del eje primario exportador y las relaciones asalariadas en la esfera del  capitalismo.  Una década más tarde, la clase trabajadora se fortalece, mientras que el PSE se escinde conformando el Partido Comunista del Ecuador, con una visión inspirada en la Comintern o Tercera Internacional Comunista, que promovía el etapismo revolucionario.

Más fortalecida la clase trabajadora, la década de 1940 marca un segundo hito, el desarrollo o el aparecimiento de organizaciones que permiten fundamentar el quehacer de los partidos de izquierda, pero también reflexionar sobre la heterogeneidad del sujeto histórico ecuatoriano, entre ellas: la Federación Ecuatoriana de Indígenas FEI (1944), la Unión Nacional de Educadores UNE (1940) la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador FEUE (1942), la Central de Trabajadores del Ecuador (CTE)[1]. La FEI fue producto del trabajo del PCE en los sectores campesinos de nuestro país, cuyo particular resultado será una militancia enérgica de tal amor y entrega a los campesinos e indígenas explotados de la hacienda, que de ella nacen Dolores Cacuango y Tránsito Amaguaña, militantes del comunismo florecido que comenzaba a entender quizá con más profundidad la formación social del Ecuador, que ya en 1920, Mariátegui reconocía en los 7 ensayos de la realidad peruana. Dolores y Tránsito fueron trabajadoras del huasipungo y luego luchadoras comunistas organizadas y organizando sindicatos campesinos.

Las décadas del 50 y 60 corresponden a un tercer hito y son imprescindibles para entender las transformaciones de los partidos de izquierda que se moldearon a la luz de los postulados de la revolución china y la revolución cubana y que provocaron la escisión del PSE, el Partido Socialista Revolucionario del Ecuador (PSRE), y el PCE, en su fracción denominada Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE) 1964, constituida como una organización no legal. En adelante la propuesta estratégica del PCMLE será consolidar un sujeto popular campesino, emulando las estrategias insurreccionales propuestas en las tesis Mao. El proyecto de transformación planteado por este partido optaría por la vía campo cuidad.  Desde esta perspectiva, tanto médicos como profesores, eran para el PCMLE, una posibilidad de trabajo en las zonas rurales y por eso se concentraron en realizar trabajo político en las facultades de medicina y filosofía de las universidades del país.  En la década del 60 se conforma el Frente Revolucionario de Izquierda Universitaria FRIU, que aglutinaba a las históricas organizaciones surgidas en los 40 (UNE, FESE, FEUE), con una clara influencia del PCMLE.

El retorno a la democracia en 1979 se perfila como cuarto hito y proyectó un giro profundo y revelador en el accionar político de la izquierda ecuatoriana promoviendo una impronta que empobreció la praxis revolucionaria. Algunos partidos de izquierda entre ellos el PCMLE, comenzó a encarnar un proyecto sostenido, hasta el día de hoy, en el electoralismo y en el marco de la democracia formal.  El Movimiento Popular Democrático MPD (1978), brazo político visible del PCMLE se organizó para estos fines, y en adelante la casona universitaria se convertirá en el crisol de los intereses partidistas del MPD, y el sindicato de educadores, las federaciones de estudiantes universitarios y secundarios, en sus correas de transmisión.

Una buena parte de la insurgencia armada en nuestro país nació en los 80 cuestionando el decantamiento de una izquierda que buscaba un espacio en el tablero electoral. ¿Hasta dónde los intereses de la masa oprimida guiaron la reflexión y el accionar del MPD, su proyecto electoral sustituyó una propuesta de lucha en el horizonte emancipador?

Los esfuerzos y las demandas por el acceso a la educación superior o la elevación del presupuesto, las luchas contra el proyecto privatizador de la década del 90, fueron utilizadas como catapulta política para entronizar un proyecto particular y monolítico en la universidad, convirtiendo al Alma Mater en un bunker impenetrable, pues la ideología, ahora partidista, se defendía a costa del golpe, confundida con violencia organizada.  La delgada línea entre violencia organizada como mecanismo de defensa de los intereses de clase, se confundió con la imposición a palos, a manos y hasta a bala, para mantenerse a toda costa en su espacio de reproducción de prácticas que no se correspondían con un proyecto emancipador; prácticas, sin posibilidad de reflexión, discrepancia o criticismo.

En la década del 2000 el MPD apoyó a Lucio Gutiérrez cuyo proyecto favorecía a los tradicionales grupos de poder, apoyó el proyecto reformista del ex presidente Rafael Correa y lo defendió hasta después del 2009.  Posteriormente respaldó la candidatura de Paco Moncayo, ex militar, hombre de centro.  El MPD apoyó e hizo campaña por Guillermo Lasso, banquero abiertamente de derecha, vinculado al capital bancario y financiero, es decir, a los intereses de la clase a enfrentar, la burguesía. 

El proyecto de universidad del MPD se asienta sobre la pedagogía del miedo. Querer recurrir a los atavíos que mantuvieron a la Central como apéndice de su partido, es no reconocer que perdieron la brújula que impulsó su lucha inicial. La universidad requiere autonomía partidaria y en el seno de esa autonomía, estimular el surgimiento del pensamiento crítico y comprometido de estudiantes, trabajadores y docentes que muevan sus conciencias en el ejercicio profesional e investigativo vinculado con la realidad de la sociedad y no apartado de ella.

[1] La creación de la Central Ecuatoriana de Obreros Católicos (CEDOC) 1938, precede al aparecimiento de la CTE 1944, sin embargo, aparece como una propuesta con fines conservadores, frente al avance del pensamiento marxista.

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Jacqueline Artieda

Obrera de la educación, socióloga y roja en todo lugar donde la explotación habite.