La canción traicionada: pasado y presente del himno del pueblo (I)

Por: Xavier Silva

En el Ecuador de la última década se echó mano, con mucha habilidad, de varios símbolos de la izquierda latinoamericana, para terminar vaciándolos de sus contenidos emancipadores originales. Así ocurrió con el tema musical El pueblo unido jamás será vencido, con el que se intentó distanciar al pueblo de su única alternativa liberadora: la eliminación del sistema burgués por la vía revolucionaria.

“Yo no canto por cantar ni por tener buena voz,

canto porque la guitarra tiene sentido y razón”

(Víctor Jara).

Una canción es un producto cultural que comprende un discurso, es decir, viene cargada de contenidos y, en consecuencia, transporta ideología. A través de su letra y su música revela el estado de ánimo de su autor, sus pensamientos y sus condiciones materiales. En los mejores casos, una canción comunica principios morales, éticos o estéticos; contribuye a orientar a las personas y a dotarlas de crecimiento espiritual, de ciencia y de conciencia; y entraña elementos que las motivan a transformar el mundo. En suma, es una forma sonora de expresión humana que integra puentes que enlazan lo que vivimos con lo que pensamos e imaginamos, lo que fuimos con lo que somos y proyectamos ser.

En este espacio, proponemos reflexionar, en dos partes, sobre el contexto de creación y los significados del tema musical El pueblo unido jamás será vencido (1973). En el Ecuador de la última década se echó mano, con mucha habilidad, de varios símbolos de la izquierda latinoamericana, para terminar vaciándolos de sus contenidos emancipadores originales. Todo, para vendernos como verdadero el espejismo de una “reinvención del quehacer político” a partir de su “nuevo tipo de gobierno”, basado en el eclecticismo de una “concepción del mundo más cierta y más científica” que la fundacional de la izquierda marxista. Distanciando al pueblo, a su vez, de su única alternativa liberadora: la eliminación del sistema burgués de producción a través de vías revolucionarias.

La Chile de Allende: contexto y sentido de la canción

La sentencia “el pueblo unido jamás será vencido” recuerda a los últimos párrafos de El manifiesto del Partido Comunista, que finaliza con una frase que estaría destinada a convertirse en el lema máximo de la revolución mundial: “¡Proletarios de todos los países, uníos!” Aquí, como en el primer verso de la canción, se graba a fuego en la memoria y en el corazón la necesidad de fusión de todas las mayorías explotadas. Con su palabra en grito, la voz colectiva proclama el protagonismo del pueblo como agente histórico.

El pueblo, ese universo preñado de diversidad, se sucede compuesto no sólo por el proletariado industrial, sino por el campesinado arruinado, las trabajadoras del hogar, los trabajadores de la construcción, educación, cultura, públicos y privados, burocráticos, intelectuales, profesionales en todas las ramas, desempleados y subempleados, monjas y curas trabajadores de la teología de la liberación, jubilados desprotegidos, comerciantes minoristas, el lumpenproletariado, los estudiantes hijos de todos los anteriores… En fin, una lista extensa de gente despojada de la propiedad de los medios de producción que sobrevive sólo a costa de la pérdida de su dignidad vendiendo su fuerza de trabajo (junto a su vida entera) como mercancía en el mercado laboral.

Ahora, ¿De quién ha de defenderse el pueblo? ¿Quién es su enemigo? ¿Contra qué intereses ha de enfrentarse para jamás ser vencido? La respuesta es clara, aunque, en todo el texto de la canción, no exista ni una línea donde se mencione ese antagonismo. ¿Por qué los autores recurrieron a esta omisión deliberada? Porque este personaje ya avergüenza lo suficiente a la condición humana al ser el causante del estado de ahogamiento económico y de enajenación de los estratos populares. Por tanto, no cabe en un himno, en una expresión telúrica que se plantea reflejar los propósitos más elevados de los sujetos históricamente segregados.

Sin embargo, respondamos, pues, a las preguntas anteriores. Si el pueblo sobrevive y se robustece unido, jamás será vencido por todo aquel que, mediante sus discursos o sus acciones, incurra en el sometimiento, el amedrentamiento, la denigración o la explotación de cualquier ser vivo para privilegiar sus caprichos e intereses individuales. Pero, de manera particular y direccionada, esta descripción apunta a una clase social minoritaria que ha hecho del terrorismo económico, del ultraje, del robo, de la mojigatería, de la manipulación psicológica, de la estafa y de la mentira, todo un complejo modo de operar y de pensar el mundo basándose en los supuestos privilegios que le atribuye su propiedad privada sobre los medios de producción. Esta clase social, hostil al pueblo, es la burguesía, quien obra como defensora y propulsora del imperio del capital a nivel internacional.

El pueblo no sólo tiene en sus manos la misión de impedir su derrota, de resistir frente a sus enemigos; lleva consigo, además, la responsabilidad de accionar a la ofensiva para resolver a su favor la evidente guerra entre clases sociales. Así es que la línea inicial de la canción sugiere, empleando una síntesis extraordinaria, las motivaciones básicas que la inspiran: el avance objetivo y descarnado a escala mundial de un sistema socioeconómico militarista, injusto y decadente; la existencia en él de la contradicción entre el capital y el trabajo; el antagonismo insalvable entre el pueblo explotado y las élites explotadoras; y, por último, la necesidad popular de no permitir más esa avalancha de ideas y hechos antihumanos.

El pueblo unido jamás será vencido

Conocemos que ya en las manifestaciones de los setenta, antes de ser vestida con música, esta máxima era coreada por simpatizantes de la Unidad Popular (UP) chilena, acto que le confiere más valor a lo que, después, constituiría la canción en sí, debido a que los autores supieron acoger el decir del pueblo. Esta es la razón principal por la que nuestro tema musical es considerado como símbolo insurreccional vigente en todo el mundo, sobre todo en periodos de crisis. Así, constatamos a esta canción popular como hija indiscutible de su tiempo y de la realidad social, y a su vez, como obra artística motivadora, comunicadora, formadora, sintetizadora e intérprete del sentir y de la lucha de los oprimidos. En general, como herramienta política de agitación y propaganda de las ideas y prácticas libertarias de las clases explotadas.

En medio de la crisis económica y de los desabastecimientos provocados por los grupos poderosos locales en la Chile de 1973, las fuerzas de izquierda convocaron a la movilización popular. Se trabajaba en todos los frentes, y el artístico no quedó a la zaga. Fue así que, en una jornada de labor colectiva, entre Sergio Ortega -compositor al que el comité de propaganda de la UP encargó crear una serie de canciones- y el grupo Quilapayún -militantes activos del Partido Comunista de Chile- se concibió El pueblo unido jamás será vencido para elevar la conciencia de clase de la gente y animarla a continuar las tareas que aún quedaban para afianzar al nuevo gobierno. El tema se estrenó al poco tiempo, en un día altivo de junio ante una concentración multitudinaria organizada por las mujeres allendistas en la Alameda de Santiago, apenas tres meses antes del golpe militar del 11 de septiembre.

De esta manera, El pueblo unido jamás será vencido se afianzó con notoriedad en el inmenso repertorio artístico producido por los militantes trabajadores de la música de aquellos años. Así, su discurso y su proyecto de vida han acompañado en innumerables procesos de cimentación del poder popular en todo el mundo. Así, el producto cultural revolucionario del siglo XX dibuja su firma imborrable en el patrimonio de la Humanidad, desafinando, de tanto en tanto, en las guitarreadas trasnochadas de las almas irreverentes.

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Kapari Comunicación

Red de Comunicación Comunitaria Ecuador