Dicen que un saciado no comprende a un
hambriento; pero yo (…) añadiría que un
hambriento no siempre comprende a otro hambriento.
Dovstoievsky, Humillados y ofendidos
Todos hemos sido migrantes en algún momento de la existencia; de modo directo o indirecto sabemos de algún amigo o familiar que ha debido trasladarse del campo a la ciudad, por ejemplo. O tal vez nosotros mismos, por diversos motivos, hemos tenido que desplazarnos de manera temporal o permanente de nuestros hogares.
Desde esta perspectiva, el fenómeno migratorio es un asunto que nos atañe y nos debe poner a reflexionar a todos, pues es un hecho planetario creciente y que afecta y lacera, en gran medida, a poblaciones empobrecidas, perseguidas o expoliadas por procesos económicos y políticos de sus lugares de origen.
Nos atañe informarnos e informar adecuadamente, denunciar la xenofobia, y exigir el acceso a derechos fundamentales de quienes son inmigrantes o están de tránsito en nuestro país, pues en nuestra memoria genética más remota, se encuentra el registro de las pisadas de nuestros ancestros por el mundo. En sentido literal, nuestras relaciones, nuestra vida, es un permanente tránsito.
El nomadismo fue un estado (en algunas culturas, aun lo sigue siendo) que permitió al hombre y a la mujer, descubrir el mundo y propiciar las mejores condiciones de vida para la preservación de la humanidad; la agricultura y la producción permanente y regular de alimentos, nos permitió dar el salto hacia el sedentarismo y el arraigo. Podríamos decir que el tránsito por el mundo impulsó, entre otras, la hominización de la especie y la posibilidad evolutiva de la misma.
La población del mundo persevera y alcanza su desarrollo gracias al movimiento: de las manos; de los pies; de la boca; en fin, del cuerpo en general y de los pensamientos. La movilidad permitió encontrar refugio, alimento y con ello mejores condiciones de vida.
Por otro lado, la Nasa ha registrado nuestros pasos, y la huella humana es una prueba de la capacidad y energía de transformación de los seres humanos. Nuestras huellas han caminado en este mundo; el mundo no existiría sin caminantes, y sin huellas que registren nuestro movimiento. La movilidad humana, por tanto, es un ejercicio vital y un derecho para preservar la vida como lo fue en tiempos anteriores y lo es ahora. Más aun, cuando existen procesos de movilidad forzada, motivada por factores ajenos a nuestra voluntad.
Entendiendo el fenómeno.
Según el informe sobre la movilidad humana venezolana, (Bermúdez, Mazuera, Albornoz, & Morffe, 2018) en las primeras décadas del 2000, Venezuela se convirtió en un importante receptor de inmigrantes de la región, debido al aumento de ingresos derivados de las rentas petroleras que alcanzaron su punto más alto en el 2008 y que tendencialmente cayeron, hasta que en 2014 comenzó el éxodo de habitantes venezolanos. Según este mismo informe, el 5%, de la población venezolana, 1 millón 600 mil habitantes aproximadamente, ha emigrado a diferentes destinos.
En referencia a la inmigración venezolana que tiene como punto de llegada Colombia, se detalla que, el 73,6% de migrantes corresponde al rango etario de los 20 a los 39 años de edad, y el 59,2% de ellos tiene estudios universitarios. Entre las principales causas de la migración encontramos la búsqueda de mejores y nuevas fuentes de trabajo con 82%, y con 72.3% evitar la inseguridad que vive dicho país.
El principal destino de los venezolanos en la región, es Colombia con 37.5% de inmigrantes que representa aproximadamente 600 mil hombres y mujeres. El segundo país es Perú, con el 36.8%. Apenas el 12,7% se queda en el Ecuador, es decir, aproximadamente 200 mil venezolanos.
Estas cifras nos podrían dar una idea del perfil del migrante que llega a nuestro país y plantear algunas reflexiones para dejar sin efecto la estrategia fake news [1] que fomenta la xenofobia, provoca resistencia de la población en los países receptores de migrantes, y permite profundizar la idea de seres humanos con estatus de ilegalidad.
1) Los inmigrantes no nos quitan el trabajo. Aunque los migrantes incrementan la población en edad de trabajar (PET), esta apenas representa el 1,8% de la PET ecuatoriana (INEC, 2016). Aunque no hay cifras certeras, la mayor parte de inmigrantes está obligado a dedicarse al comercio autónomo, pues en Ecuador, mucho antes de los flujos migratorios de colombianos, haitianos; cubanos o venezolanos, el porcentaje de subempleo y desempleo estaba alrededor del 40 al 50%. Al igual que gran parte de ecuatorianos, sin derechos, seguridad o estabilidad laboral, los inmigrantes venezolanos, por fuera de su voluntad, generan competencia laboral, favorable al incremento desmedido de la tasa de ganancia de los más ricos, causado por un fenómeno estructural de la economía capitalista, que establece las peores condiciones a todo trabajador, sea cual sea su procedencia, edad o color de piel.
2) Los inmigrantes que llegan al país no son delincuentes. Como observamos en las estadísticas, los migrantes venezolanos, en su mayoría, poseen formación académica, y tenían un trabajo en su país de origen. La mayoría tiene educación de tercer nivel y esto, al contrario de lo que se pueda pensar, puede ser un aporte valioso, aunque no valorado adecuadamente, para el desarrollo del país.
3) Los inmigrantes, no nos quitan los servicios de salud y educación. Si bien es cierto, la cobertura y la calidad de estos servicios no llegan a toda la población, la exigencia debe ser que estos servicios se cubran con prioridad para los más pobres, vengan de donde vengan, pues estos tienen que dejar de ser vistos como privilegios de unos pocos para transformarse en derechos de aquellos que no tienen capacidad de financiar seguros de salud o centros educativos privados.
Sabemos que tras la ola de desinformación y magnificación de cifras para alarmar a la población están sectores conservadores y reaccionarios del país, pero también grupos nacionalistas y fascistas, afortunadamente sin representación alguna, que pretenden desinformar y reavivar estos discursos de odio, tal como se evidenció en la marcha xenofóbica del pasado 31 de agosto.
A la gente le invitamos a reflexionar, a buscar información verídica y sustentada, a sensibilizarse y exigir garantías para quienes vienen desde otras latitudes pues no nos separa nada, las fronteras son bordes imaginarios.
Bienvenidos hermanos y hermanas venezolanos y de todos los países, pues la clase trabajadora es la misma, aunque sea nativa o extranjera.
[1] Noticias falsas, producidas generalmente en medios digitales, sin fuentes y sin sustentos reales, para fomentar caos mediático y manipular la opinión pública. Esta especie de terrorismo mediático ha ido creciendo no sólo en Ecuador, sino a nivel global.
Bibliografía
(s.f.).
Bermúdez, Y., Mazuera, R., Albornoz, N., & Morffe, M. A. (6 de Mayo de 2018). Informe sobre la movilidad humana venezolana. Realidades y perspectivas de quienes emigran. Obtenido de https://cpalsocial.org/documentos/570.pdf
INEC. (9 de Septiembre de 2016). Encuesta nacional de empleo, desempleo y subempleo. Indicadores laborales diciembre 2016. Obtenido de http://www.ecuadorencifras.gob.ec/documentos/web-inec/EMPLEO/2016/Diciembre-2016/122016_Presentacion_Laboral.pdf
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