Colombia y su conflicto: lecturas desde Ecuador

JOSE FIGUEROA red kapari ecuador

Una historia republicana caracterizada por una violencia estructural muestra que existen fuertes sectores que han salido favorecidos de esta especie de belicismo perpetuo, pero igual de preocupantes son las señales cada vez más evidentes de que hay sectores que están apostando por la regionalización del conflicto colombiano, lo cual tendrá una incidencia grave en países como Ecuador.

Incluso antes de posesionarse Iván Duque, representante de la extrema derecha colombiana, el paramilitarismo empezó a actuar con la misma impunidad con la que lo hizo durante los ocho años de la administración de Álvaro Uribe. Desde la proclamación de los resultados electorales hasta el día de hoy han sido asesinados más de 20 líderes sociales, que se suman a los más de 300 crímenes políticos de activistas y líderes desde la firma de los acuerdos de paz con las FARC. De otro lado, ante el evidente sabotaje del proceso de paz por parte de la extrema derecha, un sector de las FARC ha anunciado su disposición a volver a las armas porque no aceptan ser testigos pasivos de la destrucción de un partido. Víctimas especiales de la violencia son los dirigentes que tratan de hacer efectivos los acuerdos de La Habana y quienes vienen peleando por que los campesinos puedan recuperar algo de los territorios de los que han sido despojados por la ofensiva del paramilitarismo.

Esta, sin duda estimulada por la victoria electoral de la extrema derecha, confirma la tesis de que en Colombia hay poderosos intereses en la perpetuación y profundización de la guerra. Una historia republicana caracterizada por una violencia estructural muestra que existen fuertes sectores que han salido favorecidos de esta especie de belicismo perpetuo, pero igual de preocupantes son las señales cada vez más evidentes de que hay sectores que están apostando por la regionalización del conflicto colombiano, lo cual tendrá una incidencia grave en países como Ecuador.

Vista desde el Ecuador, Colombia tiene características que sobresalen: la existencia de una violencia desmesurada, descontrolada, que ha llegado a alcanzar picos de más 30.000 muertes violentas por año, junto a escandalosas cifras de impunidad que muchas veces han llegado a más del 90%. La otra característica es la de que Colombia tiene un fuerte nacionalismo que se ve, sobre todo, en los imprecisos pero efectivos campos del futbol y de la música popular, y además ese país combina un fuerte conservadurismo religioso y político con una gran amabilidad. Todo un coctel.

Frente a este vecino, el Ecuador ha nutrido la imagen de ser una “isla de paz”, lo que para algunos es un mito. Sin embargo, considero que es un mito peligroso si esta imagen es un pretexto para que el Ecuador abandone la intervención que necesita hacer de manera sostenida en muchas de las esferas y en muchos de los territorios para garantizar así una paz estable y duradera. A su vez, el mito de la isla de paz no lo es tanto si comparamos especialmente la violencia política del lado del Ecuador con la situación en Colombia. Quisiera referirme a un dato que puede ser interpretado de distintas maneras: mientras en Colombia el presidencialismo ha tenido una gran estabilidad, al punto de que el sistema político colombiano, perteneciente a una región de alta proclividad a los golpes de Estado, se jacta de haber tenido un solo gobierno militar en el siglo XX (el del General Gustavo Rojas Pinilla entre 1953 y 1957), en el caso del Ecuador la movilización política hizo que, por ejemplo, entre 1996 y el 2006 ninguno de los gobiernos elegidos culminase su período de gestión. Esto, que para muchos es inestabilidad, sin embargo, puede develar más bien un grado de tolerancia política en el Ecuador muchísimo mayor a la que encontramos en Colombia, donde las relaciones entre gobierno y oposición han estado marcadas por una gran continuidad de las elites en el poder y una gran violencia contra la sociedad civil. En Colombia, el precio de la estabilidad del sistema ha sido el de una violencia estructural expresada en cifras como las que ya hice referencia. En vez de estabilidad o inestabilidad, es preciso pensar también en el grado de tolerancia o intolerancia política que generan los sistemas.

¿Qué elementos nos permitirían identificar estas formas contrastantes de expresarse los sistemas políticos y los niveles de la violencia en ambos países? A nivel de una hipótesis que debe profundizarse con más información empírica, encuentro que una entrada útil para comprender la expresión de la violencia política en ambos países tiene que ver con los acumulados históricos que han ocurrido desde fines del siglo XIX: así podemos ver que mientras en el Ecuador el siglo XIX termina con el triunfo de la revolución liberal, en Colombia, la guerra de los mil días, término con el que se conoce el ciclo de fin de siglo de la guerra entre liberales y conservadores, concluyó con el triunfo conservador y con la consolidación de un modelo excluyente basado en el poder del latifundismo y del conservadurismo religioso.

En el caso del Ecuador, la secularización heredada de la revolución liberal es un elemento clave para entender cómo desde los años veinte en el sistema político se dieran colaboraciones efectivas entre liberales, conservadores e incluso miembros de la izquierda del partido socialista y del partido comunista. Si bien en el Ecuador las relaciones entre la izquierda y la derecha han estado marcadas por distintas expresiones de conflictividad, al comparar esto con Colombia encontramos que el ambiente político es tan contrastante que, mientras acá hay sectores de las fuerzas armadas y de la iglesia que en distintas coyunturas han apoyado los intereses de sectores populares, allá los sectores más fundamentalistas del ejército, la policía y el gamonalismo, apoyados en un fundamentalismo religioso, sentaron las bases para una criminalidad política que se ha hecho célebre por la sevicia con la que se ha cometido en los distintos ciclos de violencia contra los más vulnerables. De igual manera se podría pensar, por ejemplo, en momentos como los años sesenta y setenta del siglo XX en los que, mientras en Ecuador se dieron pasos hacia una transformación agraria, en Colombia se sentaban las bases para una contrarreforma agraria que se alimentaría aún más con el narcotráfico. De igual manera, es interesante contrastar los momentos más contemporáneos, y ver cómo mientras del lado ecuatoriano la movilización social y política ha sido tan eficiente que sacó gobernantes por su corrupción y por el cinismo con el que asumieron las prédicas neoliberales, del lado colombiano se profundizó el neoliberalismo y la violencia como sucedió en el régimen de Álvaro Uribe. La conformación de una agenda de investigación comparativa desde el Ecuador nos puede dar muchas luces para comprender lo que sucede en ambos países y también para tomar las medidas necesarias para evitar que el Ecuador caiga en una violencia estructural que puede comprometer la paz que disfruta. Conocer la historia política de Ecuador de manera comparada también puede contribuir a dar elementos para que Colombia salga de ese ciclo dantesco de su historia republicana.

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Kapari Comunicación

Red de Comunicación Comunitaria Ecuador