Los actores del sistema de reparto de la tierra son: el dirigente corrupto, el funcionario del Magap, el Teniente Político, la fuerza paramilitar, los abogados, notarios y registradores de la propiedad, los inversionistas, el terrateniente
Por: Galo Plaza Vanegas
A la entrada de Guayaquil, donde terminan los puentes de la Unidad Nacional, podemos apreciar dos imágenes cruzadas que sincretizan la promesa de modernidad mestiza y los valores identitarios cholos. Este sincretismo, representa la tensión entre las comunas de la cuenca baja del Guayas y la ampliación de la frontera capitalista hacía territorios antes inexplorados.
La Península de Santa Elena vive desde hace años un proceso de acumulación por desposesión, entendido como la liberación de un conjunto de activos (incluida la fuerza de trabajo) a un costo muy bajo. El capital sobre acumulado puede apoderarse de tales activos y llevarlos inmediatamente a un uso rentable. La acumulación primitiva, tal como la sugirió Marx, suponía apoderarse de la tierra, por ejemplo, cercándola, y expulsar a sus habitantes para crear un proletariado sin tierra, introduciéndolo en el circuito privado de la acumulación de capital (Harvey, 2004). En el despojo actúan en igual medida los grupos económicos y el Estado, propiciando un escenario de disputa entre la propiedad comunal y la propiedad privada.
El proceso de desposesión inició en la década del 70, cuando se impulsó un proyecto de desarrollo para la zona (Construcción de la vía perimetral), el cual tenía como punto de inflexión la propiedad de la tierra comunal y su legitimidad jurídica. El conflicto terminó con el reparto del territorio comunitario y la configuración de un nuevo mapa comunal.
En el período neoliberal, la presión colonizadora del Estado aceleró una forma de lucha legal contra las normas e instituciones del Estado oligárquico, la mayoría de comuneros se volcaron a la resolución jurídica de sus conflictos, asumiendo entre líneas, la carencia de papeles que justifiquen su propiedad. En gran medida, las tierras fueron usurpadas sin argumentos jurídicos válidos y legalizadas a partir de un entramado de sobornos y corrupción.
A partir del 2006 se evidencia una alianza entre el capital agroindustrial, el patrimonio inmobiliario y las proyectos estatales plasmados en una planificación territorial que organiza proyectos de alto impacto nacional como son el Aeropuerto Internacional de Chongón, el Puerto de Aguas Profundas en Posorja, Parques Industriales en la periferia de Guayaquil, Agroindustria en la vía a la Costa y Planes Inmobiliarios en los pueblos pesqueros (Caso Engabao), los cuáles generan un tsunami de especulación en las áreas comunales y disputa entre los mismos comuneros.
Si bien, los grandes proyectos se hacen como “obras para el pueblo”, en la práctica estos proyectos regionales o nacionales son cuestionados por favorecer a las elites de turno, muchos de ellos productores, especuladores y traficantes de tierra. La infraestructura productiva -como los canales de riego- han favorecido la repoblación de las comunas, sin embargo, muchos de los nuevos pobladores resultaron aliados o enemigos de los mismos comuneros.
Sobre la forma de apropiación
Cuando el despojo no es resultado del pacto con la dirigencia comunal, el paramilitarismo y la corrupción pública es el mecanismo que opera en la apropiación de la tierra comunal, se actúa con violencia e ilegalidad, y es la violencia y la injusticia histórica ejercida por las elites, el sedante primario que infringe temor en la memoria del dirigente comunero, que poco a poco ve quebrantada su voluntad hasta que la resistencia se va transformando en adaptación y aceptación. Cuando se mantiene la resistencia aisladamente, el encierro o la muerte del dirigente que resiste al sistema de reparto, es la constante invisible del despojo capitalista.
Los actores del sistema de reparto de la tierra son: el dirigente corrupto, el funcionario del Magap, el Teniente Político, la fuerza paramilitar, los abogados, notarios y registradores de la propiedad, los inversionistas, el terrateniente. Los rostros de los últimos casi nunca se ven, con excepción de la Comuna Engabao donde Álvaro Noboa muestra su estampa de colonizador en pleno siglo XXI.
La miseria de la política sin estrategia
Los despojadores deslocalizan la lucha de su centro histórico, de la dinámica económica-política-militar y la desplazan hacia la periferia de la estática sociocultural, es decir, de los movimientos sociales que trabajan en pro del indigenismo, el afroamericanismo, los feminismos y otros movimientos con metas periféricas alejadas de la emancipación de las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales, alejadas de la totalidad, sin puentes entre los unos y los otros, dándose las espaldas, orando para que pase una primavera árabe que los cohesione por unos días. Lejos está la idea de replantearse el exterminio de la explotación económica burguesa, apenas avizora alcanzar un determinado nivel de inclusión en el orden imperante del capital.
Dentro de estas lógicas desintegradoras de la totalidad de la lucha, toda la posición de clase queda reducida a manifestaciones civiles, étnicas, estéticas, espirituales, alimentarias, sexuales y populistas, del cual hace gala de “modernidad” el anacrónico Estado Burgués, en el cual el capitalismo salvaje neoliberal no es tan malo como dice la izquierda reformista cómplice de los escándalos de corrupción pasada y presente en la que se funden oligarquías y populismos.
En estas premisas, la construcción del “Guancavilca Guerrero” y de la movilidad del pueblo comunero “aparece” articulado a las lógicas de poder de las mismas oligarquías, de ninguna manera, la oligarquía y su Estado Feudal aparecen dotando de poder a las comunas para que inicien su emancipación política, económica y militar, procesos que les libere de la opresión oligárquica. Si hay algo programado dentro de las formas de lucha social demócratas (Constitución 2008) es que las comunas se sumen a la periferia de los movimientos sociales, para que emprendan su reclamo al Estado burgués oligárquico, fortalecido a partir de los Gobiernos Parroquiales y los Circunscripciones Territoriales Indígenas.
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