Una UDAPT (Unión de Afectados/as por Texaco) que se ha fortalecido a cada paso, ha tomado las riendas del caso, ha mantenido cohesionada y participando a sus bases y ha decidido enfrentar este proceso. Ahí está la verdadera fortaleza y han demostrado que es posible.
Por: María Eugenia Garcés
En Ecuador, hace un cuarto de siglo empieza a configurarse el caso ambiental más importante en la historia moderna de la humanidad en temas de defensa de derechos ambientales y humanos violados por las transnacionales. En noviembre de 1993, un grupo de habitantes de las provincias de Orellana y Sucumbíos, firmaron una demanda, en nombre de todos los afectados por la petrolera Texaco. La acción inicial se implantó en Nueva York, tomando en consideración que era la jurisdicción de origen de la transnacional.
Para entonces Texaco era considerada una de las “siete hermanas”, nombre puesto por Enrico Mattei, conocido como el padre de la industria petrolera moderna, y que hacía referencia a las petroleras que lideraban el negocio a nivel mundial, formando un cartel y no permitiendo la libre competencia. Pronto, de las siete quedarían solamente “cuatro hermanas” por efecto de fusiones y alianzas. Entre ellas está el consorcio Chevron-Texaco, que se vería obligado, posteriormente a llamarse Chevron y dejar Texaco solamente como una marca de productos, por efecto del juicio implantado por los afectados ecuatorianos. Por tanto estamos hablando de una de las transnacionales más poderosas del mundo.
En contrapartida 47 firmantes de una demanda colectiva tras la cual están más de 30 mil afectados, indígenas y campesinos de las provincias ecuatorianas de Orellana y Sucumbíos, que registran los mayores niveles de pobreza por ingresos y necesidades básicas insatisfechas, a pesar y como consecuencia de las actividades de la extracción petrolera, que data de la década de los años 60 en que empiezan las concesiones para la exploración, libran una batalla sin cuartel y empiezan a develar como los intereses confluyen, en unos casos para sustentar los poderes políticos y económicos y, en otros para crear ese contrapoder social que busca la justicia, la dignidad y que se cumplan sus derechos.
El “Caso Texaco”, ha logrado lo impensable, lo que hasta ahora se creía imposible y si bien todavía los afectados no han logrado justicia, en estos 25 años han acumulado aprendizajes que están poniendo al servicio de todas las poblaciones agredidas por las transnacionales. Estas lecciones van en todos los órdenes: político-institucional, técnico, científico, económico, comunicacional, jurídico, entre otros, pero el más importante, a mi entender, es el organizativo.
Desde una mirada externa es muy difícil entender cómo este caso que enfrenta a un conjunto de pobladores con escasos recursos de todo tipo que se enfrentan con una poderosa empresa, se ha sostenido y ha logrado avances tan significativos que pueden ser mirados en distintos ámbitos y que han atraído la atención mundial. En el ámbito político institucional podemos destacar el logro de la condena a la petrolera por parte de la justicia ecuatoriana, la que fue puesta a prueba y ante la lupa del mundo y que se dio en medio de las fuertes presiones desatadas tanto por la petrolera, como por el propio gobierno y senado norteamericanos sobre los gobiernos ecuatorianos que enfrentaron permanentes chantajes para las negociaciones comerciales; pero también por grupos de interés económico de este país ligado al capital extranjero. Cabe decir que en este caso, se ha comprobado hasta la saciedad la vinculación del poder político con el poder económico y la dependencia de nuestros Estados frente a las políticas de los estados desarrollados. En este escenario los afectados ecuatorianos enfrentaron no solo a Chevron, sino también a los gobiernos de Ecuador.
La decisión de los afectados de cobrar la sentencia fuera del Ecuador, país del que Chevron retiró activos y bienes para evitar embargos ha permitido al mundo entender la existencia de una estructura de impunidad que cobija a las transnacionales y está vigente. Ello ha ubicado a este caso en el corazón de una lucha universal contra la impunidad corporativa y estar en los principales foros a nivel mundial para lograr que Naciones Unidas apruebe un tratado vinculantes para que las multinacionales se vean obligadas a respetar los acuerdos, tratados y convenciones de derechos humanos.
En el ámbito jurídico logró demostrar la culpabilidad de la petrolera en la contaminación, como resultado de una práctica de operación negligente y con fines de rentabilidad, ha abierto la posibilidad de poner en marcha mecanismos de cobro internacional, operar tratados internacionales e incluso desafiar al sistema mundial de justicia, para demostrar que organismos como la Corte Penal Internacional está estructurada para condenar a presidentes y gobiernos, pero no a las empresas, que en muchos casos son el origen y la razón de las violaciones a los derechos humanos.
En el ámbito de la legitimidad social, a pesar de la millonaria campaña desatada por Chevron que pretende vender el caso como un fraude, los afectados por Chevron han logrado la articulación de redes importantes de apoyo a lo largo de los cinco continentes; captado la atención de personas de gran relevancia como Premios Nobel, destacados ; científicos estudiosos ambientalistas, juristas, académicos, políticos, importantes representantes del mundo del espectáculo, entre otros, que no han dudado en cerrar filas para defender el caso; el reconocimiento a través de premios de gran prestigio como los Goldman, que fueron recibidos por sus representantes y muestras de apoyo en cada etapa del proceso. Mediáticamente, tanto el caso Texaco como los afectados durante un cuarto de siglo han sido pare de importantes espacios en los medios de comunicación tradicionales y alternativos en todo el globo, pero no solo eso, han tenido permanencia durante un cuarto de siglo, lo que es bastante significativo.
Todos estos logros se han alcanzado gracias a dos elementos que son el corazón del caso: la verdad y la organización. Una UDAPT (Unión de Afectados/as por Texaco) que se ha fortalecido a cada paso, ha tomado las riendas del caso, ha mantenido cohesionada y participando a sus bases y ha decidido enfrentar este proceso. Ahí está la verdadera fortaleza y han demostrado que es posible.
Published by